Expresión escrita PSEC 2006-2007

Herramienta interactiva de la cátedra de Expresión escrita del Programa Superior de Escritura Creativa del Instituto ICREA en los turnos matutino y sabatino, a cargo del escritor Jesús Nieves Montero.

sábado, octubre 13, 2007

Un artículo de Sergio Dhabar, "En los libros estamos todos"

L a primera afirmación merece cuidado: Phillip Blom ha escrito un libro de historia tan bien informado y entretenido (Encyclopédie, El triunfo de la razón en tiempos irracionales, Anagrama, 2007), que su mera existencia resulta peligrosa para cualquier otro texto similar que caiga en nuestras manos. Será una referencia difícil de superar, que nos pondrá sobre aviso ante aquellos trabajos llenos de erudición y aburrimiento que cada tanto tiempo pretenden vendernos la trascendencia en forma de bostezo.

Su objeto de estudio no resulta a primera vista contemporáneo: las peripecias de los jóvenes enciclopedistas franceses del siglo XVIII, que comienzan a traducir un diccionario inglés para ganarse la vida y poder beber entre amigos. En poco tiempo convierten esa rutina en una de las hazañas culturales y políticas más sorprendentes de la Ilustración. Como cabe esperar, en el transcurso de veinte años la vida de estos escribas sufrirá cárcel, diversos enamoramientos, no pocas peleas, disgustos a mares y demasiadas presiones, lo que también convierte este libro de Blom en una comedia humana que tiene que ver con cada uno de nosotros, sus lectores modernos.

Phillip Blom parece un alquimista: convierte en oro lo que podría haber estado condenado a seguir los pasos de Robert Darnton y su fastidiosísimo ensayo El negocio de la ilustración (Fondo Económico de Cultura, 2006) sobre el mismo tema.

Por arte de esta transmutación accedemos con humor, sabiduría y tino narrativo a la atractiva historia del Diccionario razo nado de las ciencias, las artes y los oficios, para una sociedad de gente de letras, monumento intelectual que tuvo a figuras tan relevantes entre sus promotores y escritores como a Denis Diderot y Jean D’Alembert, fenómeno editorial de 16.500 páginas, 72.000 artículos, 17 millones de palabras y veinte años de trabajo, que arrojó utilidades netas de cerca de 2.571.042 libras de la época (algo así como 31 millones de euros actuales).

Resulta curioso que los más reconocidos autores de este dic cionario razonado fueron divulgadores que se enfrentaron a la escritura de temas que apenas conocían con una audacia y una temeridad admirables. Diderot era un autodidacta. Y el Barón de Holbach un bon vivant. Ninguno, ni siquiera Voltaire, escribió desde la erudición académica –lo que hubiera sido una traba para completar la obra-.

Comprendieron que tenían entre manos una obra comercial que iba dirigida a un público vasto. Esto puede ser oído en la actualidad sin sorpresa, pero en el año 1748 era un escándalo. Y esa impertinencia para la época fue revolucionaria.

Por semejante razón la obra tuvo momentos estelares y una enorme acumulación de información que no era buena. Así lo expresó Diderot: "No tuvimos mucho tiempo para escoger a nuestros colaboradores. Hubo entre ellos algunos hombres excelentes, pero también otros que eran flojos, mediocres, rematadamente malos’’.

La metáfora de hueco donde caía de todo, que adquirió este diccionario razonado para Diderot, fue justamente lo que le permitió al historiador Phillip Blom reconocer el antecedente que significa esta obra con la Wikipedia de Internet, el diccionario en red que hoy todos los niños del planeta consultan con la seguridad de estar bebiendo en una infalible enciclopedia universal. En ambos proyectos, con difusiones muy diferentes, entró (y entra) lo que cabía imaginar y verificar, pero también lo que la imprudencia y el azar pueden concebir.

Blom perfila a todos los protagonistas de esta historia, pero toma partido por Denis Diderot, como el abanderado del proyecto, el editor que lleva el control de la obra. En él coloca sus energías y la fuerza necesaria para construir a un héroe con cierta tendencia a la desgracia. Y no se olvida de las contrafiguras, que aquí se revela como Jean Jacques Rousseau.

Así lo define Blom en una entrevista que dio a Letras Libres: "Es uno de los antecesores del fascismo, creía que existía un especie de estado natural al que era necesario volver, hacia el que era necesario reconducir a la humanidad. Uno de los más extremistas seguidores de Rousseau fue Pol Pot, que creía firmemente en esto, en la necesidad de volver a ese estado natural o a lo que él creía que era nuestro estado natural’’.

Los libros que importan, como este de Blom, tienen de todo, divertimentos, sabiduría, inteligencia e incluso una mirada transversal sobre la historia, que une el pasado con el presente, sin que a veces nos demos cuenta.

vía el nacional

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